El plástico es una solución perfecta para muchas necesidades. Sin embargo, también se ha convertido en un grave problema para el planeta. Esto se debe a que, en la actualidad, la mayor parte de sus residuos no se reciclan. Así que Nantek, una de las empresas ganadoras de los Premios EmprendedorXXI, decidió ponerse manos a la obra y desarrollar un proceso de reciclaje que resultara rentable y atractivo para la industria. Tanto es así, que son capaces de transformar los plásticos en productos como el combustible. Carlos Uraga, CEO y fundador de la start-up, nos explica cómo lo consiguen.
Uno de los principales objetivos de las políticas públicas de sostenibilidad medioambiental es evitar a toda costa los residuos plásticos. ¿Qué problemas principales representa este material para la sostenibilidad del planeta?
Actualmente, la situación del plástico es más dramática de lo que se conoce. Para hacernos una idea: los vertederos reciben actualmente en unos 10 o 12 años la cantidad de plástico que deberían recibir en 30 años tal y como están diseñados. Hay que hacer algo con toda esa cantidad de plástico que se genera en todos los puntos del planeta.
¿Y cómo ha afectado la crisis de la COVID-19 en este sentido?
Esta pandemia ha provocado que se genere aún más plástico. Los ciudadanos han consumido más productos de supermercado y, además, ahora hay una mayor mentalidad de protección de los alimentos. También se ha generado una gran cantidad de mascarillas que se componen de polipropileno. Para nosotros, esta crisis ha resultado ser un aliciente para aumentar la eficacia de nuestro proceso y ser capaces de reciclar todo ese plástico.
¿Cómo surgió la idea de poner en marcha Nantek?
Nantek surge de una investigación sobre ciertos nanoelementos y agentes reactivos que nos permitió ver que existía cierto potencial en la reacción que transforma plástico en productos petroquímicos, denominada pirólisis. Basándonos en la investigación y el desarrollo de estos nanoelementos y reactivos, observamos que éramos capaces de aumentar el rendimiento del proceso y que, por tanto, podíamos convertirlo en rentable para la industria.
¿En qué sentido creéis que destaca vuestra propuesta para la industria?
El proceso de pirólisis es algo que ya existía para transformar el residuo plástico en ciertos productos. Sin embargo, nunca ha tenido el rendimiento suficiente ni ha sido lo suficientemente rentable como para adaptarlo a soluciones industriales. Nuestro proceso lo que hace es incrementar ese rendimiento, nos permite trabajar a menores temperaturas. De esta manera, aumenta su eficiencia en cuanto a costes, por lo que resulta aplicable a la industria real en el momento en el que nos encontramos.
¿Hasta qué punto puede ayudar vuestra solución a las empresas? ¿Es realmente un proceso rentable y aplicable al día a día de la industria?
Al final, para realizar un proceso de reciclaje que tenga un impacto real y que no sea simplemente una iniciativa altruista, lo que tienes que conseguir es que sea rentable. Y nosotros hemos alcanzado precisamente ese punto, el de la rentabilidad, para romper esa barrera que provocaba que ese reciclaje no resultara atractivo para la industria o para los inversores. Así es como hemos conseguido que este proceso se convierta en algo con escalabilidad y recorrido a largo plazo.
¿Y qué tipo de recursos sois capaces de obtener a partir del plástico?
Gracias a nuestro proceso, los productos que obtenemos a partir del plástico tienen un importante valor añadido para la industria. Así, la proveemos de productos petroquímicos y combustibles que no tienen origen fósil, sino que proceden de otros de segunda vida, que son los que esa industria debe utilizar para generar la sostenibilidad que se necesita.
En cuanto a la implantación real de vuestro proceso en la industria, ¿qué grado de dificultad presenta?
Una de las máximas que siempre hemos tenido presentes al diseñar el equipamiento que utilizamos es que su aplicación tenía que resultar sencilla para la industria.
Es decir: sabíamos que no podíamos desarrollar una solución excesivamente compleja, por eso hemos diseñado unidades modulares que se instalan en aquellos lugares donde hay corrientes de plástico y que se dimensionan sobre la base de las cantidades de material que es necesario transformar. Tenía que ser algo sencillo de aplicar para la industria y eso es lo que hemos conseguido.
Una de las metas de la Unión Europea es la implantación de una economía circular y más sostenible. ¿Cómo puede ayudar vuestra solución en esta tarea?
Uno de los aspectos clave precisamente consiste en lograr una economía circular real, que se basa en que el ciclo de vida de un producto se complete mediante su reutilización, reciclaje o revalorización. En Nantek lo que hacemos es aplicar ese concepto de economía circular y cerrar completamente el ciclo del plástico.
Menos del 20% de este material se encuentra actualmente en economía circular completa y ese es precisamente el problema que estamos intentando paliar, evitando que se derive a la incineración o al vertedero. No se trata de reciclar solo una parte del plástico, como ocurre ahora, sino de cerrar completamente el proceso.
La idea de Nantek consiste en instalar plantas por todo el mundo, de manera que desarrollemos una tecnología que realmente elimine el residuo plástico, para que este material deje de ser el enemigo. Al contrario: se trata de que se convierta en una herramienta útil que sepamos gestionar y revalorizar sin que acabe en los océanos o entornos naturales.
¿Crees que llegará un día en el que viviremos sin plásticos?
Esa es una pregunta que está muy extendida. Personalmente, no creo que lleguemos a vivir sin plástico. Hace 50 años que se empezó a producir y se creía que iba a ser la solución para todo. Con el paso del tiempo, se ha demostrado que no es así, pero sí es cierto que, para muchas industrias y muchos productos que utilizamos, este material es la mejor solución.
El plástico en sí no es el problema. El problema es cómo se trata ese plástico después. Es un gran producto con unas propiedades perfectas para muchísimas aplicaciones y, además, de bajo coste. Lo que tenemos que lograr es gestionar correctamente su residuo.
¿Y cómo puede conseguir la sociedad impulsar esa gestión correcta? ¿Cuál es el papel de Administración, empresas y ciudadanos?
Hay un componente importante en la gestión del residuo plástico y es que la Administración promueva que las empresas públicas y privadas se involucren para realizar ese proceso. Actualmente existe una concienciación por parte de las compañías privadas gracias a la acción de las instituciones públicas y esa es precisamente la dinámica que se debe seguir.
Al final, es la empresa privada la que debe saber gestionar su propio residuo. Las públicas ya lo hacen, pero tienen que mejorar el proceso y trasladarlo al sector privado.
En cuanto a las personas, la concienciación individual sobre cómo tratar el plástico es fundamental. Y esto es algo que solo pueden hacer las instituciones públicas con herramientas adecuadas que promuevan precisamente esa concienciación. A nivel individual, debemos concienciarnos de la necesidad de separar los plásticos y enviarlos a reciclar al lugar que corresponde.
¿Por qué os presentasteis a los Premios EmprendedorXXI y qué ha supuesto para vosotros haber ganado la fase sectorial?
Los Premios EmprendedorXXI de CaixaBank son un reconocimiento que fortalece a proyectos de nueva generación. Para la sociedad, que una entidad como CaixaBank apoye el trabajo que estamos haciendo es sinónimo de que nuestro proyecto tiene realmente futuro.
En el momento en que el jurado falló los premios no esperábamos ser ganadores. Quizás sí finalistas, pero no ganadores. Así que ser distinguidos entre las más de 1.000 empresas que competían fue una grata sorpresa.